Tres Leyendas Argentinas
Fecha de estreno: 15/10/2016
Lugar de estreno: Teatro El Cubo
Una obra de: Mailen Ubiedo Myskow, Orquesta Atípica de los Nuevos Aires
Basada en: Leyendas populares argentinas
Temas: Tres narraciones populares ocurrentes en el territorio argentino, enlazadas por el misterio, las sombras, la muerte.
Formato: Obra, Espectáculo, Escena,
Género: Opera, Danzas folklóricas, Multidisciplinar, Expresión corporal, Danza contemporánea,
Sinopsis
La Orquesta Atípica de los Nuevos Aires presenta “Tres leyendas argentinas” una obra de Mailen Ubiedo Myskow para ballet folkcontemporáneo, soprano y orquesta.En ella confluyen historias y creencias tan lejanas y diversas como la del Reforó de los mapuches, la flor del Ceibo de los guaraníes y La dama de Blanco de la zona urbana de Bs As. Todas ellas unidas por una presencia común: la muerte.
Participantes
Leandro Vega
|
Interpretación de movimiento., Caballo, Caballero, Español
|
Adrián Flores
|
Interpretación de movimiento, Machi, Caballero, Español
|
Natalia Surachi
|
Intérprete Musical, Violoncello, Intérprete de movimiento, Fuego
|
Temporadas
Fecha desde
|
15-10-2016
|
Fecha hasta
|
05-11-2016
|
Lugar
|
Teatro El Cubo
|
Ciudad
|
Capital Federal
|
Más sobre la obra
Tres Leyendas Argentinas
Primera:
EL REFORÓ (leyenda mapuche)
Un hombre iba viajando con su caballito para Chile. Estaba muy cansado y como vio una ruca cerca del camino, pidió permiso para alojarse. Como no llevaba nada para comer, le dieron papas, cebolla, charqui y pan. Se cocinó en un galponcito, pero no le dijeron que allí había un reforó. –Usted come solo. No es capaz de convidarme. Eso escuchó decir desde el techo. –Lo voy a matar si no me da de comer– volvió a decir la voz. –Baje, no más. A mí me ayudaron y yo no lo voy a dejar sin comer– dijo el viajero. El otro, que estaba en el techo, bajó y comió. Como lo había atendido tan bien, este "puro hueso", el reforó, se puso contento y lo invitó a dar un paseo. Así fue que salieron andando. El reforó iba adelante, indicando la huella, y el hombre lo seguía. Largo rato anduvieron hasta que llegaron a una cueva en el Trompul. –Busque aquí– le dijo el reforó. Revolvió la tierra el viajero y ante su sorpresa encontró alhajas de plata y oro como trapelacucha, tupu, chahuai, traripel. Una bolsa grande, muy grande había. Antes de separarse, el reforó le pidió que lo sepultara en un chenque. –Usted me entierra acá. Mata a su caballo y lo pone conmigo. El hombre hizo lo que le pidió el reforó. Lloraba porque lo quería mucho a su caballito, pero tenía que hacerlo. Caminando volvió a la ruca donde se había alojado, a pagar el favor de esa gente que lo había ayudado. Eso creía él, pero en realidad eran malas personas. –¿Cómo está vivo? Todos los que alojaron ahí amanecieron muertos– le dijo el paisano que le había prestado la casa. El viajero no le contó lo que le había pasado a él, que era machi pero le compró dos caballos. Uno para montar y otro para llevar las alhajas. Y así fue como se hizo rico.
Segunda:
La Dama de Blanco (leyenda urbana)
En distintas ciudades de la Argentina circula este relato, con algunas variantes mínimas, que tiene como protagonista a un joven que concurre a una fiesta, baile o lugar de diversión nocturno. Allí conoce a una bella muchacha de vestido blanco a la que invita a bailar y de la que se enamora instantáneamente. A cierta hora de la noche se ofrece a acompañarla hasta su casa y le presta su abrigo para protegerla del frío. Al día siguiente, el muchacho vuelve a la casa de la joven con intención de verla nuevamente y es atendido por los padres de ella, quienes con sorpresa y estupor le informan que la muchacha ha muerto uno o dos años antes.
El enamorado no entra en razones, motivo por el cual los afligidos progenitores lo llevan hasta el cementerio con el propósito de que, al ver la tumba, el muchacho se convenza de la verdad de sus dichos. Al llegar a la tumba, la estupefacción estalla en los tres, al descubrir que sobre la lápida descansa el abrigo que el muchacho le había prestado a la joven la noche anterior.
Tercera:
La flor del Ceibo (leyenda guaraní)
Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.